La entronización del outsider propio Diego Santilli como negociador designado del Gobierno lleva el sello de la hermana de Javier Milei, reenergizada el 26-O
La intención de Javier Milei de remodelar con tiempo y de una sola vez su equipo de gobierno se hizo trizas en un fin de semana de vértigo que arrojó una clara vencedora: la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. En la convulsionada Argentina de este tiempo, ni un triunfo electoral resonante asegura una paz duradera.
Lo primero fueron los reemplazos de Guillermo Francos, que se fue con un rosario de reproches, por Manuel Adorni en la Jefatura de Gabinete y la del franquista Lisandro Catalán por el reciente vencedor de las elecciones para diputados en la provincia de Buenos Aires, Diego Santilli, una expresión política evidentemente de volumen mucho mayor.
Lo que Diego Santilli trae bajo el brazo
Adorni es un karinista de pura cepa, mientras que Santilli, alguien nuevo en la galaxia Milei, supo construir con la hermana del mandatario una relación de afinidad. No habría llegado a donde llegó sin la bendición de El Jefe.
Por supuesto, también la tiene con el Presidente y cuenta, incluso, con un vínculo de larga data con Santiago C.

Milei salió a curarse en salud al anunciar el ingreso de Santilli al gabinete. Si se podía especular con que el asesor pudiera intentar unapuja para quedarse, en los hechos, con el control de la relación con los mandatarios provinciales, el propio Presidente dirimió la cuestión al postear, con prosa enrevesada, que «Diego será quien llevará adelante las conversaciones con gobernadores y legisladores para poder articular con el Congreso de la Nación cada uno de los consensos necesarios para las reformas que vienen de cara al futuro».
«Voy a hacer lo que tenga que hacer para lograr las reformas a las que nos comprometimos. Son reformas muy importantes para la Argentina y es el trabajo que tenemos que llevar adelante», devolvió El Colorado.
Como un hombre que sabe que en este tiempo le toca esperar, el asesor y superministro frustrado se sumó a la ola de felicitaciones.
Qué se juega Javier Milei con Diego Santilli
Lo que está en juego es nada menos que la aprobación del Presupuesto 2026 y, después de eso y secuencialmente, una reforma laboral antiderechos y una impositiva. Esta última podría contener capítulos difíciles de negociar con provincias que no querrían ser los patos de la boda de un proyecto que apunta a reducir la carga tributaria en un marco de ajuste.
A favor del diputado electo que no asumirá su banca y que planeará, desde el Ministerio del Interior, el salto a la gobernación bonaerense en 2027 hay que apuntar que mantiene relaciones fluidas con casi todos los gobernadores o, si se tiene en cuenta a los que les pretende acercar el Gobierno, con todos ellos.
Su llegada desde el PRO hasta permite generar la ficción de que Mauricio Macri logró, por fin, colar a alguien propio en el Gobierno. Santilli no le responde al expresidente desde hace mucho, pero su designación le da al ingeniero un subterfugio para no declararse públicamente destratado una vez más por el jefe de Estado.
Asimismo, diluye la queja ruidosa del titular de lo que queda del PRO tras la salida de Francos y su reemplazo por Adorni. A Macri no le gustó que se fuera el hombre que articulaba una alianza con él y, sobre todo, que pusiera a su reemplazante la mujer que le cerró en la cara más de una vez la puerta de la influencia. Por encima de todo eso, enterarse del asunto sin tener chance de decir ni mu… justo cuando compartía «una ingrata cena con el Presidente», según contó Jorge Liotti en La Nación.

Ahora, con Santilli, a quien –un plato– calificó de «dirigente del PRO de gran experiencia», encuentra al menos la salida de emergencia de la simulación.
Karina Milei, más que la sangre
El empoderamiento de Karina es una reafirmación –por si era necesaria– del vínculo más que sanguíneo que la une al jefe de Estado. Asimismo, un reconocimiento a su estrategia, al final exitosa el 26-O, de apostar a la pureza violeta incluso en provincias en las que se podrían haber llevado adelante alianzas con gobernadores afines.
Ella decía que iban a ganar en muchos de esos territorios o, cuando menos, causar el daño político suficiente como para que, al final, todos esos jefes de provincias vinieran al pie. Tuvo razón.
Al revés, Santiago Caputo proponía evitar esos enfrentamientos y aliarse con los mandatarios locales afines, como ocurrió en un par de casos excepcionales. Al final, no tuvo razón y todo indica que habrá alianzas, gobernabilidad y un mapa pintado en buena medida de violeta.
La apuesta a la pureza se redobla: la Casa Rosada buscará alianzas, pero, más que con socios estables, con aliados de ocasión y siempre en base a relaciones verticales, de subordinación al poder nacional. La figura de Santilli da cuenta de una apertura, pero de una realizada en base a alguien ahora considerado propio y en los términos mencionados.
Fuente Letra P


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